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  • Katuetxe Hernani

EL SINDROME DEL GATO PARACAIDISTA

Actualizado: 6 may 2021


Aviso a navegantes, este post es muy largo y se compone de 3 partes: teoría sobre el tema que estamos tratando, una experiencia personal y finalmente opciones de cerramientos seguros para gatos y empresas que se encargan de ello.


¿QUÉ ES?


Muchas veces vemos gatos sobre un alfeizar mirando a la calle tranquilamente. La mayoría de los gatos son tranquilos y están acostumbrados a que se les deje las ventanas o balcones abiertos sin que ocurra nada. Pero esto puede cambiar en cuestión de segundos y de repente el gato se precipita al vacío. ¿Por qué? Estas caídas normalmente se deben a razones como resbalones derivados de despistes, imprevistos, sustos o por su propio instinto de caza. En este último caso, la obcecación por el objeto de caza les hace ser imprudentes porque el instinto de caza es muy fuerte y solo piensan en alcanzar a la presa, sin recordar que pueden precipitarse al vacío.


A las consecuencias sufridas por las caídas que sufren los gatos desde alturas elevadas, bien sea desde una venta o terraza, se le denomina el “Síndrome del gato paracadista”.


¿CÓMO DEBEMOS ACTUAR SI SE CAE NUESTRO GATO?


Si nuestro gato se cae, lo principal es darse prisa por dos razones. La primera es localizar al gato. El gato estará muy asustado tanto por el propio susto de la caída como por encontrarse en un territorio desconocido y para él hostil. Lo normal suele ser que se quedan quietos en un sitio o se escondan en algún lugar resguardado cercano. Pero, especialmente si es una zona transitada y las lesiones se lo permiten, correrán a esconderse más lejos o saldrán huyendo despavoridos y desorientados.


Es muy importante ser prudentes a la hora de acercarnos a él. No debemos ir corriendo o llamándole a gritos, ante todo debemos intentar mantener la calma. Recordemos que el gato estará muy asustado y rodeado de estímulos y ruidos desconocidos para él por lo que cualquier hecho que le parezca una amenaza lo hará huir. Como consejo, muchos veterinarios recomiendan poner al gato un microchip. De esta manera, si el gato huye y lo encuentran otras personas, será fácil localizarnos desde el veterinario.


La segunda razón para darnos prisa es que tan pronto como hayamos recogido al gato debemos ir directos al veterinario. En todos los casos de caída se recomienda llevarlos a un chequeo porque, aunque en apariencia el gato no tenga lesiones, puede que este sufriendo lesiones internas y requiera de una intervención veterinaria inmediata.


En el veterinario lo explorarán siempre empezando por observar si presenta aquellas lesiones más graves que requieran de una acción inmediata hasta las lesiones menos graves. Dependiendo de las consecuencias de las caídas el gato volverá ese mismo día a casa, se quedará en el veterinario en observación o tendrá que ser intervenido quirúrgicamente.


CONSECUENCIAS DE UNA CAIDA


En muchas de las ocasiones en las que un gato sufre una caída desde alturas elevadas tendrá tiempo de colocarse bien y caer de pie. Eso no significa que no puedan hacerse mucho daño, que le queden secuelas de por vida o que incluso la caída llegue a ser mortal. Y es que, por muy ágiles que sean los gatos, son muchos los factores que pueden determinar el grado de gravedad de una caída.


-Altura desde la que caen. Esta más o menos estipulado que un tercer piso o algo más es una “buena altura” para caer porque les permite mediante el llamado “reflejo de enderezamiento” colocarse y lograr un buen posicionamiento para amortiguar el impacto a la vez que caen de pie. Se estima que en caídas de menos de 3 metros los gatos sufren una caída en la que están muy cerca del suelo y puede que no les dé tiempo a realizar un movimiento de colocación. La consecuencia inmediata es que hay una gran probabilidad que el impacto lo reciban otras partes del cuerpo como la cabeza, el tórax, el costado… y la caída será mucho más grave. También puede ocurrir que si caen desde muy alto, por muy bien que puedan colocarse, el impacto será tan fuerte que también puede tener consecuencias muy negativas y en muchos casos mortal.


-La colocación que hayan conseguido y, por tanto, la forma en la que impacten. Aun estando bien colocados, no es lo mismo que caigan y se golpeen la barbilla, o que impacte primero una de las 4 patas sufriendo el mayor impacto, o que no les dé tiempo a colocarse y puedan golpearse en abdomen, caderas, cabeza, columna…


-Estado físico previo (obesidad, falta de ejercicio, patologías previas…). Todos aquellos casos en los que el gato sufra una condición o patología, bien de carácter físico o neurológico, que no le permita hacer uso de los conocidos reflejos felinos para posicionarse a tiempo y amortiguar en lo posible la caída.


Dependiendo de todos estos factores un gato puede resultar ileso de una caída o puede sufrir traumatismos de todo tipo.

Entre las fracturas más habituales encontramos las siguientes:


Fracturas de mandíbulas o fisuras de paladar: como consecuencia del impacto flexionan las patas y esto puede hacer que golpeen el suelo con la barbilla.


Fracturas de cadera, extremidades y dedos: si les ha dado tiempo a colocarse bien, serán los elementos que primero recibirán el impacto.


Además de estos traumatismos también pueden sufrir otros más graves como un traumatismo craneoencefálico y lesiones más graves de carácter interno. Estas últimas pueden ser hemorragias, órganos dañados (roturas de vejiga, laceraciones en bazo o hígado), daños a nivel de tórax (pneumotorax, hemotórax, contusiones pulmonares…) …


Y por último, también pueden sufrir lesiones medulares de todo tipo. En este último caso, antes de tocar al gato llama al veterinario para que pueda indicarte la mejor forma de manipular al gato y movilizarlo sin que se agraven las lesiones.


En cualquier caso, volvemos a recordar que es muy importante llevar al gato al veterinario después de una caída, aunque a simple vista no se le vean ningún tipo de lesiones. Los daños internos a veces no se aprecian hasta que ya es muy tarde para ponerles remedio, e incluso las fracturas más leves pueden tener secuelas de por vida si no sueldan de manera correcta.


¿CÓMO PREVENIR EL SINDROME DEL GATO PARACAIDISTA?


No hay una forma milagrosa de evitar las caídas. Lo único que podemos hacer es asegurar ventanas y terrazas o balcones a los que nuestros gatos se asomen. Aunque es recomendable hacerlo siempre, desde luego es imperativo en aquellos casos en los que veamos que tenemos un gato que tenga más probabilidades de ser víctima de una caída.


Todos los gatos son susceptibles de sufrir el Síndrome del gato paracaidista, pero es cierto que hay casos con una mayor probabilidad de que suceda. Es el caso de un gato con un instinto cazador extremadamente desarrollado o un gato con patologías previas (de carácter neurológico, nervioso o cualquiera que afecte al equilibrio). En esta última categoría podrían incluirse los gatos de más edad pues al envejecer su condición física empeora. También se ha encontrado mayor incidencia de este problema en gatos jóvenes o sin esterilizar, donde inciden alcanzar la madurez sexual y el deseo por las hembras, la inexperiencia para calcular distancias y calibrar capacidades y riesgos…


Por último, queríamos hablar de esos gatos tranquilos que nunca se nos pasaría por la cabeza que fueran a asomarse a una ventana. Ni siquiera estos gatos se libran de llegar a sufrir el Síndrome del gato paracaidista. ¿En qué casos puede ocurrir? Bien por un cambio de domicilio, por tener en casa visitas de personas o animales que ponen al gato en alerta y en un estado de nerviosismo. En todos estos casos en los que el gato se ve amenazado puede intentar conatos de huida, y en esa búsqueda, ver la salida en una ventana abierta.


Como ya hemos comentado al inicio de este apartado, la única manera 100% segura de evitar este tipo de accidentes es realizar cerramientos en ventanas, balcones o terrazas que permitan a nuestros amigos felinos disfrutar del aire fresco y del sol que tanto les gusta sin peligro. Al final del artículo hablaremos de las distintas opciones que tenemos para poder asegurar que nuestros gatos disfruten de las vistas exteriores sin sufrir daños y de algunas empresas que ofrecen los servicios de venta y montaje.


EL CASO DE XENA


A continuación, vamos a narraros una experiencia personal. Xena era una gatita de un año que sufrió el Síndrome del gato paracaidista y nos gustaría mostraros el proceso por el que pasaron tanto ella como sus humanos.


Cómo sucedió


Como siempre ocurre no somos conscientes de que pueda pasarnos a nosotros hasta que nos pasa. “Tenemos mucho cuidado” “nunca dejamos la ventana abierta sin vigilancia” “tenemos una mosquitera” son algunos de los argumentos que todos esgrimimos. Pero lo cierto es que un pequeño descuido o confiarse demasiado puede tener consecuencias muy negativas. Os adelanto que nosotros hemos tenido suerte y Xena se recuperó muy bien, pero el desenlace podría haber sido muy diferente.


En aquel momento solo teníamos una mosquitera que el 90% de las veces la colocábamos en la ventana del salón, porque era una habitación abierta sin puerta. A veces, alternábamos la mosquitera y la colocábamos en el dormitorio, especialmente para poder dormir por la noche con la ventana abierta.


Recuerdo que era mediodía. No sé por qué tuve la necesidad ese día de quitarla del salón para ponerla en la habitación. El hecho fue que me confié, como siempre que ocurre algo así. Xena, que siempre ha sido la terremotillo, estaba en el dormitorio jugando muy entretenida con algo y quitar la mosquitera iba a ser cosa de un segundo. Y de repente, en cuestión de un segundo pasó todo: abrí la ventana y quité la mosquitera, y fue entonces cuando oí las patitas de Xena corretear hacia mí. No tuve tiempo de reaccionar, solo sé que la vi precipitarse por la ventana y quedar suspendida en el aire 1 sg mientras me miraba sin entender qué ocurría. Y entonces cayó.


El grito debió oírse en medio barrio. Mi pareja, que estaba en otro dormitorio limpiando con la puerta cerrada, salió de golpe preguntando qué ocurría. Yo estaba asomada a la ventana y lo único que decía era “la gata, la gata”. No hizo falta más. Oí la puerta de la calle cerrarse a mi espalda, pero yo no podía parar de mirar a la calle. La gata había caído de pie y miraba a todos lados asustada. Yo la llamaba para captar su atención y que no saliera despavorida hacia ningún lado. Tras unos segundos, que a mi me parecieron infinitos, mi pareja llegó abajo. De primeras se asustó, pero en cuanto lo reconoció se enganchó a él como si no hubiera mañana y subió a la gata a casa.


“¿Esta bien?” “Cojea y tiene sangre en la boca” “Llama al veterinario y yo la meto en el transportin”. Toda una conversación que duró menos de un minuto y ya estábamos listos para salir corriendo al veterinario. Es increíble cómo reaccionamos ante las urgencias a veces, lo efectivos que llegamos a ser. El viaje al veterinario se me hizo eterno y yo solo prestaba atención a los ruidos que hacia la gata “Háblame gordi, quiero escucharte”. Yo no dejaba de hablarle, que siguiera maullando era una buena señal para mí, porque yo no sabía cómo de graves podían ser sus heridas.


Cuando por fin llegamos, Mikel y Eli se hicieron cargo de la situación y entramos en una consulta para que pudieran explorarla: “¿Desde qué altura ha caído más o menos” “Un tercero, unos 10 metros tal vez”. Para mi sorpresa su respuesta fue que no era una mala altura para caer y ante mi perplejidad me contestó que con una altura así les da tiempo a colocarse bien para minimizar los daños de la caída. Parece que a veces las alturas más pequeñas pueden tener daños más aparatosos porque el gato no tiene tiempo suficiente para darse la vuelta.


Xena temblaba de arriba abajo, y yo con ella. También jadeaba mucho, lo que me tenía muy preocupada. Pero Mikel me dijo que el jadeo era probablemente por el dolor. También me explicó cómo la iban a explorar, aunque él ya había empezado con el proceso. Cuando un gato sufre una caída primero descartan que tengan cualquier daño que requiera de una intervención inmediata o cualquier daño mortal. Empiezan por la cabeza, pasan por los órganos internos, la vejiga, la columna y finalmente las patas y posibles fracturas en ella.


Cuando terminaron la exploración externa le hicieron una radiografía para comprobar que efectivamente estaba bien y ver posibles fracturas. Por suerte los órganos internos estaban bien pero tenía un par de fracturas en uno de los fémures y lo que parecía ser la cadera luxada. Xena tenía que quedarse en el veterinario al menos ese día para poder colocarle bien la cadera y, de paso, observar por si aparecían complicaciones más adelante. Por la tarde me llamarían para contarme cómo iba. Sabía que tenía que dejarla allí, pero me costó procesar la información de que tenía que salir del veterinario sin mi gata.


Pasamos la tarde en un estado de alerta que no nos permitió hacer nada, solo hablar en bucle de lo que había pasado, de si estaría bien, de lo mal que lo debía estar pasando allí “sola”, en un lugar extraño sin entender lo que ocurría. Además, las primeras horas pueden aparecer problemas que a primera vista no se detectaran. La llamada de Mikel aquel día nos trajo buenas y malas noticias.


A partir de este momento empezó una de las semanas más largas de nuestra vida. Porque Xena estuvo una semana entera ingresada hasta que la pudieron operar, ya que traerla a casa podría hacer que se moviera en exceso y empeorar las fracturas.


Tratamiento y posibles consecuencias



Para no alargarnos mucho, después de varias radiografías pudieron observar bien las fracturas: al final la luxación de cadera no era tal (os dejo la radiografía para que sea más fácil de entender): tenía una fractura en el acetábulo del coxal (uno de los huesos de la cadera) y la cabeza del fémur parcialmente seccionada, lo que le impedía que el fémur quedara encajado en la cadera. Además, tenía una o dos fracturas en el extremo contrario del fémur, donde hacía juego de “rodilla” con la tibia. Para aquellos que no lo sepan, las fracturas en las extremidades son mucho peores que si un hueso se parte por la mitad, porque la recuperación de las articulaciones siempre es más difícil.


Pasaron a valorar con la traumatóloga que haría la operación qué era lo más conveniente. Había varias opciones, podían operar las dos fracturas u operar aquella que necesitara la operación más urgente siempre que la otra pudiera curarse sola. ¿De qué dependía la decisión? Del éxito que tendría de recuperarse sin más sufrimiento del necesario. ¿Merecía la pena someter a Xena a dos operaciones (aunque fueran a la vez)? ¿La diferencia en la recuperación variaría?


Puede pareceros que me estoy extendiendo mucho en estos detalles sobre la operación, pero lo que quiero dejar patente es que hay tantas variables a tener en cuenta (en este caso, las dos operaciones requerían recuperaciones distintas) que a veces no es tan sencillo como llegar al veterinario, ver que tiene fracturas y meter al gato en el quirófano. Hay que valorarlo todo, si someterlo a esas operaciones va a suponer una diferencia en la recuperación, si no merece la pena, si una fractura tiene altas probabilidades de curarse solo con reposo…


Finalmente, a Xena le operaron las dos fracturas. Por un lado, le retiraron la cabeza del fémur y

con el tiempo se crearía una fibrosis que uniría el hueso con la cadera, permitiendo algo parecido al juego de la articulación. Por otro lado, fijaron la fractura del extremo inferior con un clavo para que soldara bien y evitar dolores crónicos por soldar desencajada. Mi mayor miedo era precisamente ese: un dolor crónico que le impidiera tener una calidad de vida óptima.


Antes de la operación Mikel también me habló de todas las posibilidades que había en la recuperación, desde la peor a la mejor. Lo peor que podía pasarle era que no apoyara la pata por el dolor, el músculo se atrofiase y tuvieran que amputarle. En un término medio podía quedarle una cojera de por vida que sería más o menos perceptible en función de la fuerza que recuperara el músculo. En el mejor de los casos, tendría una recuperación casi completa. Le quedaría una cojera mínima.


Rehabilitación y recuperación


Llegados a este punto puede parecer que habíamos superado lo más difícil, pero no es el caso. Aún quedaba ver cómo evolucionaba Xena. Como hemos comentado antes, su caso requería de dos tipos de recuperación:


-La operación de la articulación fémur-cadera requería que se moviera, para que el musculo dejara de atrofiarse más y empezara a coger fuerza. De esto también dependería el grado de cojera que le quedar.


-La operación de la articulación fémur-rodilla, en cambio, requería del mayor tiempo de reposo posible para que la fijación que le habían hecho no se moviera y el hueso soldara en su sitio.


Hubo varias fases de recuperación:



La primera, nada más terminar la operación: 10 días de reposo absoluto. O lo que en gatos vendría a ser reposo la mayor parte del tiempo. Esto incluía no saltar ni correr, por supuesto. ¿Cuál fue la solución? Tenerla en una jaula de estancia. Aunque pueda parecer cruel, el riesgo de no tener una buena recuperación era peor. Podía salir de la jaula a las horas de la medicación para que pudiera mantenerse en pie y ejercitar un poco la pierna, pero sin jugar, corretear, ni saltar. Esos 10 días los pasamos con nuestros altibajos.


Xena en la jaula de estancia recien operada



A partir de este momento empezó la segunda fase y también empezamos la visita semanal al veterinario para ver sus progresos. Tras la primera consulta de valoración decidieron darle sesiones de láser hasta que le dieron el alta. Eran sesiones muy cortitas, de apenas 2 minutos, que le ayudaban tanto a cicatrizar como a que el musculo no se atrofiara tanto en lo que iba recuperando movimiento.

Pasados los 10 primeros días tenía una cojera considerable, pero apoyaba bien la pata. A pesar de todo, el resto del mes se lo pasó en la jaula estancia ¿Por qué? Porque aún no debía ni saltar ni correr. La fractura de la rodilla aún no había empezado a soldarse, y aunque convenia que apoyara la pata para ganar musculatura, tampoco podía emocionarse porque aun corría el riesgo de que la fractura de la rodilla se desplazara.

No pasaba todo el día en la jaula de estancia. A cada semana nos iban dando más libertades, podía pasar más tiempo fuera de la jaula y progresivamente también le dejaron empezar a subir a los muebles más bajos con cuidado. Sin embargo, bajarse de los muebles es de las últimas cosas que le permitieron hacer, porque una mala bajada podía empeorar las fracturas. Por las noches o los ratos que no podíamos vigilarla volvía a la jaula trampa.


Otra pauta que nos sugirieron para ayudar al músculo fue empezar a practicar frotaciones muy suaves en el músculo para fomentar la circulación y ayudarlo a mantenerse “activo”. E incluso, si se dejaba a hacer, podíamos ejercitar la pata con los típicos movimientos de rehabilitación (aunque he de admitir que esto nunca se dejó y desistimos, porque estresarla no era bueno y Mikel nos dijo que si no se dejaba era mejor no hacerlo para no forzar).


Una vez superado el primer mes, la cojera seguía siendo pronunciada, pero cada vez apoyaba mejor y se la veía con más seguridad. También realizaba movimientos y flexiones que eran señal de que la recuperación iba bien, por ejemplo, se agachaba para pasar por los lugares más estrechos.


En este punto empezamos la fase 3. Ya podíamos empezar a jugar un poco con ella para que fuera cogiendo más fuerza en la pata: hacer movimientos en zig-zag y saltar hacia arriba incitándola con un juguete, o andar en círculos sobre la pata operada. Hicimos algún que otro “circuito” de recuperación, de los cuales no tengo fotos, pero os dejo unos esquemas de cómo eran.




Consistia en un trozo de cartón de base y rollos de papel higiénico largos. El objetivo era que la gata pasara entre ellos haciendo movimientos en zig-zag





Consistia en dos laterales de cartón y palos de madera que los atravesaban a distintas alturas. El objetivo era que Xena hiciera ejercicios para agacharse.





Finalmente, tras un mes y 3 semanas después de la operación le dieron oficialmente “el alta”. ¿Qué quería decir eso? Ya no hacía falta encerrarla, podía hacer vida normal, aunque aún teníamos que intentar limitarla las primeras semanas evitando que saltara desde mucha altura.


Otra consecuencia: el encuentro con Perla.


Nosotros tenemos dos gatas, Xena que es la protagonista de esta historia y Perla, una gata ahora de 6 años, que se lleva 4 con Xena. Ambas eran uña y carne se aseaban, jugaban juntas, dormían juntas… A pesar de llevarse tan bien, la traumatóloga nos advirtió que tuviéramos cuidado al volver a introducir a Xena a Perla. Después de una semana fuera, con el estrés y los olores de la clínica, era muy probable que Perla no la reconociera. Y así fue.

Perla no paraba de bufarla y tardó casi un mes en volver a aceptarla.


A día de hoy


¿Cómo conseguimos que, a pesar de requerir a la vez dos tipos de rehabilitación, Xena se recuperara por completo? Aun no lo sé, y sinceramente no me importa. Solo me alegro de ver que hace una vida completamente normal y que tiene una cojera casi imperceptible por lo que ha trabajado bien el músculo. Podemos afirmar que se ha recuperado en el mayor grado que podía haberlo hecho.


Puede que parte del éxito sea que aún era una gata joven, pues acababa de cumplir un año, y su capacidad de recuperación podría ser mayor. Desde luego, la que tiene todo el mérito es Xena, que tuvo la paciencia suficiente durante ese mes y medio y la tenacidad para sobreponerse al dolor.


La relación entre Perla y Xena también volvió a la normalidad poco después de que Perla la

aceptara de nuevo. Y nosotros no podemos estar más contentos. Todos los desvelos que pasamos esos dos meses merecieron la pena.


Esperamos que nuestra experiencia os sirva. Por supuesto una caída para un gato puede tener muchas consecuencias diferentes y muchos desencadenantes, pero lo que queríamos haceros llegar es que un simple descuido puede traer un largo proceso para vuestro gato y para vosotros hasta que se reucupere y, en ocasiones, lo que puede traer es la pérdida de un felino querido.

Nosotros hemos aprendido a las malas a que no podemos confiarnos y a día de hoy no queda en casa una sola ventana que no esté asegurada.


¿CÓMO PROTEGEMOS A NUESTROS GATOS DE UNA CAIDA? MÉTODOS POSIBLES.


Como decíamos más arriba, la única forma de evitar estos accidentes es cerrando las ventanas, balcones o terrazas. Pero hay varios métodos para poder hacerlo.


Para ventanas: pueden utilizarse distintos tipos de mosquiteras o redes que existen en el mercado, en páginas especializadas de mascotas…


-Las mosquiteras pueden ser fijas, correderas, extensibles (estas últimas van fijadas en el carril de las persianas y la propia persiana hace presión sobre ellas para que no se muevan).

-En cuanto a las redes las hay de muchos materiales: de plástico, metálicas. Y luego están las que redes reforzadas que se venden en tiendas especializadas de mascotas, que tiene diversos materiales como polietileno con refuerzo de alambre o monofilamento.


Os dejamos abajo el enlace a un artículo en el que podéis ver de forma mucho más detallada y con ejemplos todos estos tipos de los que os hablábamos. También hablan de cómo hacer cerramientos seguros caseros.


Para balcones y terrazas: en estos casos, las opciones son también muchas y dependerá del espacio que tengáis.


-En el caso de los balcones podéis usar las redes que se usan también para las ventanas o podéis destinar una parte del balcón a hacer un catio si tenéis el espacio suficiente. Este último es una especie de caseta con red que permite a vuestros gatos salir al balcón directamente a un espacio cerrado sin necesidad de cerrar todo el balcon. Para esto deberéis hacerle una entrada directa desde la casa al catio.

-En el caso de las terrazas existen, además de las redes, vallas altas con las que cerrar la terraza completa. Las mejores serían aquellas que terminan en “L” para que el gato no pueda escalara y espacar. En el caso de las terrazas también tendríamos la opción de hacerles catios.


Ejemplo de catio (Zoomalia)


Al igual que con las ventajas, Sos Felinos ha redactado un artículo sobre la protección de los gatos en balcones y terrazas. Merece la pena echarle un vistazo pues ellos se extienden mucho más que nosotros en esta cuestión:


Como un método complementario nos gustaría hablaros de la opción de salir a la terraza o al balcón con un arnés. Esto lo podremos hacer si al gato le gusta y mientras nosotros vayamos a compartir el rato con él en el balcón.




En las fotos podeis ver a Benji, uno de nuestros katuetxines al que le encanta estar en la terraza, pero que se vuelve loco con los pájaros


Por último, queríamos recordaros la importancia del enriquecimiento ambiental en casa para poder satisfacer su curiosidad, su actividad exploradora y ejercitarse. De esta manera, no acusará tanto la falta de estar en un entorno abierto con árboles a los que trepar y presas a las que perseguir. Podéis encontrar más sobre la gatificación de las casas en nuestro post general sobre el Plan MEMO.


Además, en posteriores entradas haremos un repaso a las opciones que tenemos para gatificar la casa y darles un espacio de juegos adecuado.


EMPRESAS QUE SE DEDICAN A LOS CERRAMIENTOS PARA GATOS


No queríamos cerrar este post sin mencionar algunas de las opciones profesionales que tenemos a la hora de hacer un cerramiento de seguridad en casa que requiera de más montaje que colocar una simple mosquitera.


Por un lado, para aquellos que estáis en Barcelona, existe Gatuari https://gatuari.cat/?v=da7f24de4c8e es un cat café que además ofrece un servicio de montaje de cerramientos seguros para gatos.


No hemos encontrado en más provincias, pero siempre podéis consultar a las asociaciones de vuestros municipios para que os puedan orientar en este sentido.


En cuanto a empresas, hemos encontrado Peques Seguros https://pequesseguros.com/ que ofrecen un servicio de instalación tanto para niños como para gatos. Si entráis a cotillear veréis que tienen muchas opciones.


Esperamos que este artículo os haya servido de ayuda para entender un poco más en qué consiste el Síndrome del gato paracaidista. Si buceais en internet podréis encontrar mucha más información sobre cerramientos. Recordad que nosotros solo os hacemos una aproximación, pero nos dejamos muchas cosas en el tintero.


¡Os esperamos en próximos post!


Fuentes:



Webs con servicios de cerramientos:



Foto del catio:



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